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4.2024 - Microrrelato: ARMADURA.

   P alabras y hechos confrontados. Perdiste credibilidad y confianza. Sé que las palabras son la punta de tu lanza y castillo. Grietas en los muros me dejaron ver tus miedos. La máscara se quebró. La armadura se rompió. El cuento terminó.   Y sólo estás vos y los hechos te refutan.

3.2024 - Microrrelato: DE LA MANO.

     L a noche acecha. Y la boca de lobo tiene miedo. Lo que aún no pasó desató el nudo y es cuna para el desenlace. Comuflado con las últimas luces dos soles color miel observan. Saben que es inevitable. Que habrá sangre y pasiones traicionadas. El escenario es perfecto. El mago hace lo suyo. Y la magia sucede en otro lado. Los tramoyistas herederos de la caverna plátonica sostienen la ilusión. El final está a un tiro de piedra que rompe la noche y mata al lobo. El mago se queda con los aplusos. Los tramoyistas con el mito. Los dos soles parpadean. Sangra la noche. Las pasiones quiebran epílogos. Y la traición llega de la mano de los ilusos.

2.2024 - Microrrelato: LA TRAMA DE LAS TELAS.

    L a noche se comió las arañas y escupió las telas. Tropecé con ellas y caí en un charco. Los hormigombres de Cortázar y un enano de estatura no homologada fueron mis socorristas. De la verija para abajo quedé hecho un desastre, para arriba, lo soy de nacimiento. De pie y apurando el paso y con mi dignidad escurriendo vergüenza por mi facha llegué al destino pactado. El Café Común y Corriente, me sorprendió. Aún no decido o recuerdo qué me conmovió más. Sé que sé, pero los gritos todavía me desconcentran. En la puerta del Café tres señores mantenían una acalorada discusión. Reconocí a mi vecino, Fernando Vidal Olmos, los otros dos, no, un ciego y un memorioso. Entré al Común & Corriente y mi amigo Florentino Ariza estaba esperándome. Me senté y Gabriel, el mozo de mayor antigüedad y trayectoria, nos sirvió a cada uno un Macondo doble en las rocas. Bebimos mucho. Cuánto, no sé, pero el memorioso recuerda que fueron cien años de soledad,un el zahir y cerramos con un todos...

1.2024 - Microrrelato: HIERRO Y FUEGO.

       —¡Corre!—. Fue la última palabra que escuché. Y corrí con la velocidad que alcanzan las piernas y el corazón cuando el combustible es el miedo. Dejé atrás a todos tan rápido que en muy poco tiempo me encontré solo. Me detuve en seco. Miré a mi alrededor y no vi a nadie, tampoco nada se movía. Viento, grillos y búhos se apagaron. El bosque perdió su voz. Empecé a temblar. Caí de rodillas. Solo escuchaba mi respiración agitada y el eco de mis latidos en mí sienes. No la vi venir. Y abrió mi garganta. Desperté en un hospital. No sé cómo llegué ni quién me auxilió. Tengo la cabeza, brazos y piernas sujetos con correas a la cama. Alguien notó que abrí los ojos e intenté moverme y salió corriendo. Dos hombres vestidos de azul me preguntaron varias veces algo que no comprendí. Insistieron. Una mujer vestida de blanco y más alta que ellos intervino, les dijo algo que tampoco entendí y se fueron. Después se acercó y me miró fijo a los ojos. Su silencio me dio un escalo...